El próximo 26 de abril, la joven artista uruguaya inaugura en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) “Y todos los otros”, una exposición individual que parte de imágenes de guerra del siglo XX y se interroga acerca de “qué hacer con la información traumática que uno recibe, que viene de una historia que no vivió y sin embargo se sigue transmitiendo de generación en generación”
¿Cuáles son tus motivaciones para crear?
En mí la creación es más un tema de necesidad que de otra cosa. Necesito seguir un proceso intuitivo, donde me voy metiendo más y más y donde siguen surgiendo ideas. Es una búsqueda que no se termina, porque a medida que uno va encontrando cosas se siguen abriendo más puertas y aparece la necesidad de entrar en ellas. Siempre la realidad te sorprende con nuevas formas.
¿Por qué el retrato te interesa tanto?
Es una fascinación intuitiva que se dio en el hacer. Uno a veces tiene esa posibilidad de abstraerse y de ir más a la forma que al contenido. Después a medida que fui trabajando más y armando una obra me fui concentrando en el contenido. Y te preguntas ¿por qué mi cara se parece a la de mis familiares anteriores? Y entonces empecé a jugar con las transparencias, las comparaciones y la superposición de los rostros. Después todo eso fue tomando forma y derivando en un trabajo con fotografías. Y luego apareció algo que puedo reconocer como un discurso, un núcleo o tema central de trabajo. Tiene que ver con todo aquello que uno hereda en tanto información cultural y tradición. Con repetir y dibujar una y otra vez las caras.

¿Cómo es el momento antes de la creación? ¿Cómo es esa búsqueda en las fotografías familiares?
En mi familia siempre hubo muchas fotos. Fue algo que llegó. Ese proceso si bien es una búsqueda, es reconocer el valor de las cosas que ya están ahí. El camino te va llevando. Una de mis motivaciones era trabajar con ese material a partir de una fotografía del año mil ochocientos y pico de mi familia en Polonia. Esa fotografía en sí es una belleza y no se me hacía difícil trabajar a partir de ella.
Dijiste en una entrevista que “si hay sinceridad en lo que uno hace, hay algo que se mantiene. Identidad tal vez”.
Claro, es esa verdadera necesidad. Creo que es ahí donde se genera el momento. Hacer la obra que uno necesita hacer, es lo importante.
No quiere decir que no seas influido o que no busques referencias afuera. Eso es fundamental y también es parte del proceso. Pasa por un tema de que yo ahora necesito hacer esto y lo hago. La sinceridad va por ahí.

La investigación es algo muy presente en tu forma de trabajar, sumado a que últimamente has viajado mucho ¿Qué cosas descubriste en vos y en tu obra en estos años?
En los últimos cinco años mi vida ha sido puro viaje, de una residencia a otra, de un estudio de trabajo a otro. En este tiempo descubrí un montón de cosas. Por ejemplo la perspectiva de que hay algo muy uruguayo en mi obra, que yo nunca había notado. Vas teniendo una perspectiva que te permite seguir formando tu identidad o entender también por dónde va. Otra cosa importante fue descubrir qué capacidad de trabajo tenía y si podía vivir del arte dedicándome ocho horas por día a hacer esto. Me di cuenta que sí y que definitivamente era lo que quería hacer. Necesité moverme nueve mil kilómetros para entender cosas. Te van bajando fichas.
¿Qué artistas uruguayos te conmueven?
Solari (Luis Alberto Solari), sus grabados y sobre todo el imaginario que crea. La densidad de la luz que tiene Solari. Creo que es por él que me gusta tanto el grabado, porque te permite crear esa atmosférica que no ofrecen tanto otras técnicas.
Saéz (Carlos Federico Sáez) es impresionante también. Es una gran admiración que tengo desde chica por él. Cuando se hizo hace poco la muestra grande, creo que la mitad del medio artístico uruguayo la estaba esperando. Esa muestra nos hizo felices a todos los uruguayos que estamos en las artes plásticas.
¿Qué vamos a ver en “Y todos los otros”?
La muestra parte de dibujos que hice a partir de fotografías de guerra del siglo veinte muy variadas. Está divida en tres partes. Por un lado están los textiles, por el otro los dibujos y por último las animaciones y una instalación de grabado. Son tres formas visuales que ahondan en estos mismos temas. Es decir qué hacer con toda esta información traumática que uno recibe, que viene de una historia que no vivió y sin embargo se sigue transmitiendo de generación en generación. La pregunta es qué hacer con eso.

¿Cómo ves el desarrollo del arte en Uruguay a través del aporte de las nuevas generaciones?
Creo que hay mucha gente haciendo cosas muy buenas en Uruguay. Hay mucha investigación. Falta más, pero para lo chico que es el país hay muy buen material, buena búsqueda. El uruguayo es medio camaleónico. Somos pocos pero sin embargo cuando el uruguayo se propone ser deportista es muy bueno, cuando se propone ser músico es muy bueno. Tenemos esa capacidad de investigar y decir ‘bueno si no tengo nada para perder’. Las cosas suelen ser en un principio por amor al arte, porque la mayoría de la gente que hace arte, sabe que vivir de eso va a ser muy difícil. Ahora hay más gente joven trabajando y eso para mí está buenísimo. Es energía nueva en todos los circuitos que descontractura mucho.
¿Y en relación al público, se dio una renovación?
No. En general son artistas o gente vinculada al arte la que va a las exposiciones. Sigue siendo un problema y un desafío cómo atraer a un público nuevo.
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Entrevista: Moriana Peyrou
Fotografía: Nicolás Der Agopián
Para Fundación Itaú Uruguay