GUSTAVO FERNÁNDEZ:
Hace trece años que vivo en la zona rural de Montevideo. El interés por un lenguaje propio y genuino –identificado con mi cultura y mi tiempo– me llevó al encuentro con materiales humildes y simples pero de una fuerza expresiva excepcional.
La lonja y la guampa, el hueso y el alambre, la tierra y las latas, el vidrio y la madera empezaron a contar historias de campo y ciudad.
Los elementos hablan desde su estado de abandono. Protagonistas de mi búsqueda plástica, procuro leerlos y darles nuevos significados
En estos objetos y esculturas investigo, más allá de lo anecdótico, la forma y las calidades de su textura, los ritmos y sus roturas, los planos inclinados de la deconstrucción, la vibración del alambre, el poder del hueco y la sordidez del barro.
Actualmente han confluido una variedad de técnicas y disciplinas en mi lenguaje que testimonian hasta ahora, veintiocho años ininterrumpidos de trabajo.
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