Frente a la obra de Lacy Duarte, una tentación inicial es la de quedarse en esa superficie en la cual la artista aparece como un personaje exótico, que obtiene sus recursos y motivaciones de una lejana experiencia de la vida entre mujeres del campo. A esta altura, eso sería un error, pues lo cierto es que a lo largo de los últimos 15 años, Lacy Duarte ha desarrollado un lenguaje expresivo que trasciende la potencialidad de sus orígenes.
Que ese lenguaje esté vinculado a su infancia pasada en el campo uruguayo es importante. Muchas líneas se han escrito al respecto de ese dato. Pero más allá de esos condicionantes biográficos, sociales o de género, lo que interesa ahora es subrayar el modo en que ese lenguaje característico de la artista se ha consolidado al modo de un estilo temperamental, una idiosincrasia, que se torna en un lenguaje plásticamente válido y en un compromiso social y político sólo expresable a través de su obra
Cristina Bausero y Germán Machado